Escrito por: Laura Mara Cottet
Las situaciones de niños con problemas de conducta en el aula abren múltiples interrogantes, debemos tener en cuenta la complejidad con la que tratamos y los atravesamientos que se ponen en juego en los vínculos.
Cómo sería la mirada vincular de un conflicto que presenta
un niño en la escuela, de qué manera participamos como profesionales agentes de
una escuela cuando un niño, se escapa del aula, da patadas, pega, muchos dicen “se brotan”. En estos casos
las palabras, la manera de nombrar, son
importantes porque muestran la forma de abordar lo que sucede. Cambiaría el
termino usaría en lugar de “se brotó” que hace pensar “está enfermo”, por
estalló, si el niño estalló algo trae, está sufriendo, hay un desborde que se
desencadena en la escuela. Son
plenamente conscientes estos chicos de la de vulnerabilidad que experimentan
cuando esto ocurre.
Si encontramos
chicos que muestran graves problemas en su conducta, trabajamos dentro de la
institución escolar con el niño/a que irrumpe conmoviendo e interpelando el lugar de los adultos, la tarea como
docentes y a veces hasta la propia cultura escolar.
Como terapeutas
vinculares nuestro ejercicio profesional consiste en trabajar entre el maestro, el alumno, su
grupo, la institución escolar, la familia, desarticulando la ilusión del
funcionamiento armónico del grupo y el lugar otorgado a los alumnos/as que
encarna cierto rasgo perturbador. Se
corre la mirada de la categorías diagnósticas (ADD ADHD; etc.) haciendo eje en la situación y
construyendo estrategias que permitan darle lugar a estos/as alumnos/as dentro
de las normas escolares. Lo que a su vez va dándole nuevas significaciones a
estas normas. Acreditación de objetivos, boletín, criterios de promoción son
las cuestiones a construir desde la institución y los docentes para que
realmente la inclusión sea posible.
La forma de nombrar esta manera de expresión
del niño de la que hablaba al comienzo, da cuenta de una perspectiva diferente a lo
que estamos acostumbrados los que recorrimos desde algún lugar La Escuela. Parecería
que, los chicos que hacen ruido, que se mueven mucho y muestran conductas
disruptivas son conocidos como los que “se brotan” y entonces hay que
medicar. La medicalización como la solución rápida a lo que molesta. Doparlos
para seguir enseñando. Quitando la posibilidad de preguntarnos porque, para que,
o a quien el niño hace la crisis. “Estallar” pensar-nombrando de esta manera,
abre posibilidades, permite acercamientos, asume la responsabilidad de dar la
mano al otro que pide ayuda a gritos o con patadas, mirarlo como un otro que
sufre, porque además de la vulnerabilidad con la que vive, recibe los efectos
de algunas escuelas que muchas veces abandona, desaloja…Sin embargo, en ese
producir “entre” de agentes educativos, se trabaja en como alojar al niño, como
crear un espacio para que pueda habitar la escuela de una manera diferente. Un
agenciamiento colectivo que deja marcas.
Según Deleuze el agenciamiento es una unidad
real mínima que produce enunciados. Es siempre colectivo porque es producto de
un encuentro, dando lugar a devenires, afectos, multiplicidades, poblaciones,
territorios, acontecimientos. Entonces es un entre que atraviesa los elementos,
devenimos otros con otros y cada agenciamiento se caracteriza por la particular
relación con aquellos territorios, poblaciones, multiplicidades, afectos,
cuerpos.
En este escenario escuela-niños-adultos los
cuerpos son la herramienta junto con la palabra. Cuerpos que miran de lejos,
cuerpos que abrazan luego de estallidos, presentes, prudentes, con actitud
disponible.
Laura Mara Cottet
Psicopedagoga
Especialista en Psicología
Vincular de Familias con Niños y Adolescentes
Instituto Universitario del
Hospital Italiano.
Consultora en
Decodificación Bioemocional.
Te: 4280-3074/1136190106